domingo, 27 de mayo de 2012

Utopía

Permíteme que me cueste renunciar, a llorar de alegría, a dormir en tu piel, al éxtasis, a la carcajada perfecta, a hacerme tan chiquito en tus brazos como inmenso con los míos. Permíteme que no quiera olvidar tus ojos brillantes, tu boca que hierve. Nadie la besará como yo. Permíteme que me duela cada una de las imágenes que tengo insertadas en mi retina y en el alma.
En definitiva, permíteme que siga siendo ese niño que:
Sigue esperando que de repente aparezcas con la sonrisa perfecta y una flor en el pelo.

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