jueves, 23 de septiembre de 2010

Difícil

Necesitamos un gusanillo que nos haga vivir, si, me refiero a eso que se mueve, que te inquieta, que te hace moverte, mueves las manos como cualquier idiota, como un chimpancé te rascas la cabeza, o la perilla, o la perilla afeitada ¡qué más da! si lo que quieres es quemar de alguna forma ese azogue, que denota que tienes algo que se mueve dentro, entre manos, en la cabeza, que no se va, que la tienes delante, o la has visto pasar, o sabes que vendrá. Yo lo necesito, lo necesito porque es lo que me hace investigar, mejorar, fijarme, comparar - esa es mi competitividad, y no la materialista -. Desde hace días tengo el gusanillo, le he apellidado de la vida, porque me da vida, me hace preguntarme cosas.
Pero lo voy a reconocer, y reconozco que me impide desplegarme en todo mi potencial, aquel que tuviera, pues tengo un fallo; antes de quedar bien, intento no quedar mal, y ello me limita. Yo lo sé.
Y si te preguntas ¿Por qué parezco un idiota nervioso cuando te hablo? es porque lo soy, no lo puedo evitar, y aseguro que contigo, el gusanillo es difícil esconderlo.
Muérete Flanders.